El embajador
En 1957, Trujillo nombró a Rubirosa embajador en Cuba. "Castro quedó impresionado con Rubirosa, dice Rosemberg. Él estaba fascinado con Trujillo y cuestionó a Rubi por horas interminables sobre cómo Trujillo había permanecido en el poder por tanto tiempo". Pero la caída de Batista cogió por sorpresa a Rubirosa: "Trujillo estaba lívido con él por no avisarle que Batista se iba a presentar a su puerta sin permiso", recuerda Rodin. Rubirosa se mudó a Florida y su única preocupación en ese momento era cómo sacar sus caballos de polo de Cuba.
Trujillo entonces lo designó en Bélgica, pero los días del caudillo estaban contados y tenía dificultades económicas. Obligó a Rubirosa a venderle su plantación de café a precio vil, a lo cual no podía oponerse Rubirosa con el hombre que había sido tremendamente generoso con él y poco tiempo después murió asesinado.
Tres meses después de la muerte de Trujillo, Rubirosa estaba tratando de convencer al presidente Kennedy de que ayudara al régimen de Ramfis Trujillo-Joaquín Balaguer. "Rubi... le habló y habló a Kennedy", dice Gunther Sachs, del grupo de la Riviera. "Pero cuando regresó a Santo Domingo a reportar sus conversaciones, el cabrón (Ramfis) abandonó el país con un barco lleno de billetes y se fue a España. Rubi nunca le volvió a hablar". Rubirosa dijo luego que Ramfis lo había traicionado.
(Vanity Fair)
crisdovale
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